SI alguna vez has pelado una cebolla, sabrás que la primera capa, delgada y como de papel, revela otra capa, delgada y como de papel, y esa capa revela otra, y otra, y antes de que te des cuenta tendrás cientos de capas por toda la mesa de la cocina y miles de lágrimas en los ojos, lamentando haber empezado a pelar la cebolla y deseando haberla dejado marchitarse en paz en el estante mientras tú seguías con tu vida, incluso si eso significara no disfrutar nunca más del