La introducción del modo de producción moderno supuso que la cuenca media del río Magdalena transitó de un mundo mítico que se expresaba en el canto y la poesía a un mundo histórico que era expresado por la historia y la novela. La poética de la tierra caliente será al mismo tiempo producto y forma de conciencia de un mundo orquestado por unas faenas sociales concretas, de las atadas a la ribera y a la selva, de las emplazadas en medio de los cultivos, de las adentradas en las profundidades de las minas, de las que surgieron con las aldeas primordiales.
El ascenso y la caída de estas faenas sociales, su expansión así como su declive, fueron capturados por esta poética de la tierra caliente en la forma de unas tragedias amorosas, de unos sentimientos sublimes socavados por distintas adversidades, en las que siempre se dibujaba la presencia del indio antiguo. Los sufrimientos del modo de producción colonial irredimibles por cuenta del modo de producción moderno afianzaron la idea de que estos eran naturales del trópico profundo y, como tales, partícipes de las propias idiosincrasias de las gentes. Para esta invención idiosincrática del sufrimiento que culpaba a la naturaleza más que al modo de producción resultó indispensable poner en circulación al indígena en la forma de indio antiguo. Esta es la mímesis segunda del hecho colonial en la mitología nacional.