Carlos Skliar aboga por hacer un parón, salir de la inercia y la falsa noción de éxito que la sociedad impone, exaltando los valores de la buena pereza.
Frente a la aceleración del tiempo, el elogio a la lentitud y a la pereza; contra la urgencia, cierta parsimonia; para disputarle el sentido a una existencia agobiada y desteñida, la reparación poética; ante la búsqueda desesperada del provecho, la celebración de la inutilidad. El ensayo de Carlos Skliar no procura el consuelo y la salvación meramente individual, que viene de la mano de falsas promesas y falsos profetas, sino las redes posibles de amistad, de soledad, de escritura y de lectura que podrían componer otra vida común para otro mundo distinto donde vuelvan a recuperar su aire palabras tan maltratadas como libertad, época, conversación, vida.