Contra el tiempo

«El cuentista, como todos, tiene sus ilusiones. El cuentista cree que hay un detalle del universo que lo explica y lo contiene: con su red y su lazo sale a la caza de ese ínfimo detalle esquivo. El universo, sin embargo, no tiene explicación ni tiene límites. De ese fracaso nace el cuento».

Lo que no le interesa a los adultos, aburre a los chicos.

Mel Brooks dice «Tragedia es cuando uno se corta un dedo; comedia es cuando el otro va caminando, se cae en una alcantarilla y se muere»

En los cuentos de Ana María Shua, la verdad es un problema del lector.

Y los cuentos de este libro confirman la teoría: la herencia de Jorge Luis Borges, Antonio di Benedetto, Julio Cortázar, Felisberto Hernández –por sólo nombrar algunos–, pesa sobre los hombros de las nuevas generaciones como la mano firme de un padre: exigente pero también generosa, mientras los límites de lo fantástico se ensanchan, se abren con delicadeza hacia facetas cada vez más sutiles, más dudosas, más cotidianas.

escribir cuentos fantásticos es lo natural, es inscribirse dentro de nuestra tradición literaria.

La necesidad primaria de escribir –haya o no haya detrás un lector–, pero también, por supuesto, la necesidad fundamental de llegar a ese lector, de encontrarse.

os humanos somos así: cuando te va bien, te creés que todo te lo conseguiste solo. Cuando te va mal, recién empezás a respetar la suerte, el destino.

escritor se repite inevitablemente. Te das cuenta leyendo a los más grandes. Se salvan solamente los que dejan de escribir, como Rulfo pero… ¿no es triste?

Escribir mi propia literatura es como nadar en el mar, de noche, en la tormenta.