Hay en los poemas de Tomy un trabajo y un camino tan genuino, tan cercano. ¿Quién no vio venir el final alguna vez y lo estiro es pos del goce? Tomás nos marca ese sendero, lo construye y lo recorre con nosotros. Nos toma la mano y nos dice esto es así. Yo estuve acá, vos vas a estar acá y no hay manera de alejarte cuando sucede. No hay consejos de amigos, ni familiares. Es un camino adictivo que hay que recorrer y tratar de que sea lo más corto posible.