Las drogas son otro medio para alcanzar este fin. Algunas son ilegales; otras están estigmatizadas; algunas son peligrosas –aunque, irónicamente, dichas categorías solo tienen intersecciones parciales–. Algunas drogas con un extraordinario poder y utilidad, como la psilocibina (el compuesto activo que contienen las «setas mágicas») y la dietilamida de ácido lisérgico (LSD), no plantean riesgos aparentes de adicción y se toleran bien físicamente, sin embargo nos pueden encarcelar por consumirlas –mientras que drogas como el tabaco y el alcohol, que han destruido un sinnúmero de vidas, se consumen alegremente ad libitum en casi todas las sociedades del mundo–. Existen más puntos en esta secuencia: MDMA, o éxtasis, con su considerable potencial terapéutico, pero también susceptible de ser usado abusivamente, y con cierta evidencia de poder ser neurotóxico