Un recorrido por algunos de los textos que contribuyeron a sentar las bases de la defensa de la dignidad, la inteligencia y el potencial humano de las mujeres durante la primera ola feminista.
¿Cómo iban a gobernar las mujeres, si se las consideraba menores de edad y necesitaban un hombre para supervisarlas? ¿Cómo iban a hacerse cargo de tal responsabilidad, si había quien pensaba que su capacidad intelectual era tan probadamente inferior que no podía malgastarse ni el erario público ni el privado en educarlas? Hasta la segunda mitad del siglo XVIII, las mujeres que ejercieron libremente como escritoras no pasaron de ser ejemplos aislados. Pero, a finales de ese siglo, la Ilustración había enarbolado las banderas de la libertad y la igualdad, y había convencido a las mujeres de que su momento había llegado, y, aunque los grandes ideólogos de las incipientes democracias liberales no tardaron en abandonarlas, se las puede considerar como precursoras de lo que, a finales del siglo XIX, se conocería como feminismo.
El relato de las injusticias, las desigualdades, el enclaustramiento físico y mental es el hilo violeta que une los relatos de esta antología. Muchas de sus autoras no se consideraban feministas, pocas entre ellas fueron militantes activas en alguno de los movimientos que englobamos bajo la primera ola del feminismo, pero está claro que todas contribuyeron a que podamos entender por qué el feminismo se convirtió en un movimiento tan sólido a través de tantos años.
Jane Austen, Elizabeth Caroline Grey, Fredrika Bremer, George Sand, Mary Shelley, George Eliot, Louisa May Alcott, Mary E. Bradley Lane, Charlotte Perkins Gilman, Olive Schreiner, Kate Chopin, Begum Royeka, Edith Wharton, Virginia Woolf, Rosalía de Castro, Fernán Caballero y Emilia Pardo Bazán.