Tenía la sospecha de que mi madre había llamado a Jody y le había rogado que me invitara a salir, para que yo no estuviera todo el día sentada en mi cuarto con las cortinas cerradas. Al principio no quería ir, porque pensaba que Jody notaría el cambio en mí, y que cualquiera que tuviese medio ojo vería que no tenía sesos en la cabeza.