Las personas optimistas tampoco creen ciegamente que las cosas siempre saldrán bien: confían en ello y hacen cuanto esté en sus manos para que así sea, enfrentándose a sus miedos, buscando los caminos adecuados. Ante cada obstáculo, en vez de bloquearse y rendirse, examinan las mejores soluciones, perseveran y, si no logran sus objetivos, no se hunden, sino que analizan, aprenden, buscan alternativas, avanzan. El optimismo es su motor.