Es, sin embargo, una de las lecciones más básicas del método dialéctico el que las potencialidades de desarrollo de un modo de pensamiento dado están predeterminadas y, por así decirlo, ordenadas previamente dentro de la estructura en sí de los propios términos iniciales, y reflejan las características del punto de partida de dicho modo. Los límites de cualquier proyección a gran escala de la figura sociológica aquí descrita están, por lo tanto, implícitos en la naturaleza de los objetos sintetizados. Como la sensatez, el tropo de Adorno derivaba su fuerza de la instantaneidad de la percepción implicada[2], y está perfectamente claro que yuxtaponer a su contexto histórico un elemento cultural entendido de modo aislado, atomista –ya sea una obra individual, una nueva técnica o teoría, incluso algo tan enorme como un nuevo movimiento entendido como entidad separada, o un estilo artístico desconectado de su continuo histórico– es garantizar la construcción de un modelo que no puede ser sino estático.