Al contrario de lo que nos pueda hacer pensar el título, “Del suicidio considerado como una de las bellas artes” más que de muerte y suicidio nos habla de arte y de vida, es decir, del arte de vivir. Eso sí, si al lector el título le recuerda al de otro libro, no se equivoca, porque también encontrará, como en aquel, lugar para la sonrisa.
Con esta obra, Antonio Priante debuta como ensayista. El tema que aborda puede parecer espinoso y socialmente delicado. Y en efecto lo es. Pero no hay nada que temer, y mucho que disfrutar. Porque es posible que la sonrisa que se le forme al lector al principio del texto no le abandone hasta el final. Y es que el humor, a veces ácido, del autor va desactivando poco a poco aquello que la insensata frivolidad del título (paráfrasis del célebre de De Quincey) parece anunciar. En realidad estamos ante un homenaje, rendido con amor y con humor, a ciertos personajes de diversas épocas que supieron mantener su dignidad -de forma trágica, es cierto— ante el acoso de la infinita mediocridad del mundo.