Metáforas sospechosas

Parafraseando a Pascal, si hubiera tenido más tiempo les hubiera preparado algo más corto.

prosa es un espejo de la voz que susurra en mi mente.

Al final, si escribir es reescribir, escribir acaba siendo revisar... Recuerden lo que afirmaba Plinio el Viejo, el científico latino: Nulla dies sine linea, o hay que escribir una línea al día como mínimo, para cultivar la escritura. Pero tiene más fundamento el narrador guatemalteco Augusto Monterroso cuando replica con sarcasmo que es mejor «anular una línea cada día».

Claro, la gran pregunta es: ¿cuándo acaba la escritura?, ¿cuándo puedes dar por terminado un texto? Aunque sea en otro arte, tenemos la respuesta de Miguel Ángel, que dijo que su trabajo consistía en sacar de cada mole de mármol todo lo que sobraba... [¡Menuda comparación! Como si hubiera gigantescos bloques de letras de los que hubiera que expurgar todo lo que no pertenece a una novela deseada, solo imaginada.

La responsabilidad de hacerse comprender es del autor. Hay que partir de este punto de vista. ¿No creen? Es mucho más bonito...

Requiere más esfuerzo cognitivo leer y escribir que pensar...

Fíjense, la vida sería insoportable si tuviéramos que escribirlo todo.

Un escrito es como una montaña de hielo que esconde buena parte de su cuerpo debajo del mar. Lo que escribimos es lo que se ve, lo que sobresale del agua, pero lo que comunicamos es todo el hielo.

Cualquier ciudadano alfabetizado debería poder entender los escritos que afectan a su vida; si no puede es porque su autor no le ha puesto interés ni esfuerzo

De modo que no se preocupen si son caóticos, olvidadizos, inconstantes, apasionados... Su escritura no tiene por qué heredar esas cualidades. Y si son metódicos, ordenados, meticulosos..., presten atención. Su escritura tampoco tiene que reflejarlo. Lo importante es elaborar el texto, de una manera u otra.