Historia de Rusia

El mayor logro del renacimiento de los monasterios, y quizá el único capaz de despertar el entusiasmo en tiempos modernos, fue el impul­so que supuso para la arquitectura y la pintura de iconos.

Así nació un nuevo núcleo religioso y cultural que habría de tener un profundo impacto sobre Rusia

Así, los iconos empezaron a hacerse más numerosos y, si cabe, más importantes. Teófanes el griego llegó a Moscú desde Nóvgorod en la década de 1390 y trabajó con pintores locales. El más importante de ellos fue el monje Andréi Rublev

Como manifestaciones de esa piedad, los iconos de Rublev fueron un ejemplo para sus discípulos e imitadores, y el nuevo estilo se extendió más allá de los monasterios. El trabajo

Los iconos de Rublev muestran menos esa rigidez hierática de la vieja escuela y cierta calidez en el rostro de Cristo y los rostros de los santos, que parecen casar bien con el carácter introspectivo de la renovada piedad monástica

El trabajo de Rublev y sus coetáneos supuso un avance que sentó las bases del icono ruso de los siglos siguientes

El Imperio mongol fue el último y más grande de los imperios nómadas surgidos en la estepa euroasiática. Fue, en gran medida, obra de Temujin, un jefe que unió a las tribus mongolas en 1206 y adoptó el nombre de Gengis Kan

Tras la gradual desintegración de la Rus de Kiev, las potencias regionales que la suplantaron empezaron a disgregarse. En estos siglos, los territorios de Nóvgorod y el viejo nordeste empezaron a conformar una cultura y un lenguaje específicos que podemos llamar rusos.

Son estos textos, más que ningún otro, los que mayor información ofrecen sobre el mundo religioso de la Rus de Kiev

La nueva cultura trajo consigo, además del cristianismo, la escritura y varios tipos de literatura devocional bizantina. La más difundida y anclada en la liturgia (accesible, por tanto, a los analfabetos) era la dedicada a las vidas de santos bizantinos.