¡Ah! Ya he aguantado bastante: —Pero, querido Satán, se lo ruego, ¡no se irrite tanto conmigo! Y a la espera de esas pequeñas vilezas que aún me falta cometer, desprendo para usted, que ama en el escritor la ausencia de toda facultad descriptiva o instructiva, unas cuantas repugnantes páginas de mi libreta de condenado.