Tras la muerte de su padre, Sara, se refugia en la casa familiar de un lago para repasar la historia de sus padres. Durante este apacible verano, Sara se sumerge en sus pensamientos: ¿Qué inquietudes despierta esta pérdida que ni la serenidad del lago y del cielo pueden calmar?
La novela hace un ajuste de cuentas con el pasado, para reparar así, las esquirlas de una conciencia que creció en el abandono. La narradora teje un tapiz emocional envolvente y nos conduce a un final que nos deja con ansias de más.