POR QUÉ SIGO TRATÁNDOME ASÍ A MÍ MISMA? –le preguntaba, quejándome de mi último resacón, roce con la muerte, monedero perdido, o relación de ahora sí y ahora no con el último novio metido en drogas, pero muy guapo.
Su sonrisa se percibía desde el otro lado del teléfono.
—Ay, encanto. Todavía no te duele lo suficiente.