Él leía siempre libros en los que se hablaba de suicidas, en los que se hablaba de enfermedades y de muertes, pensé, de pie en la sala del mesón, en los que se describía la miseria humana, la falta de soluciones, la falta de sentido, la falta de utilidad, en los que, una y otra vez, todo era devastador y mortal.