El lenguaje es un factor de identidad y un sistema de símbolos que nos unen y cohesionan con la comunidad que los comparte.
Una lengua constituye un cuerpo cambiante que se adapta para seguir cumpliendo su función y que, por más que alguien se aferre a la tradición para justificar su inmovilidad, no deja de transformarse ni un solo instante. El lenguaje no es algo acabado, cerrado, constante, invariable ni terminado.