Lo que mejor expresa esta actitud es una doctrina de la China antigua: el no chino era considerado excremento del diablo o, en el mejor de los casos, pobre desgraciado que había tenido la mala suerte de no haber nacido chino. En consecuencia, ese Otro era representado como perro, rata o reptil. El apartheid fue y sigue siendo una doctrina de odio, desprecio y repugnancia hacia el extraño, hacia el Otro.