Evelio Cabrejo Parra

Una de las funciones del monólogo es la de darnos la posibilidad de tener un interlocutor simbólico permanente. Un compañero de por vida. El monólogo “autoacompaña” y “autocura”.

Los padres, los promotores de lectura, los profesionales de la primera infancia y los sistemas de educación preescolar deben imaginar y crear mecanismos que permitan a los niños y a las niñas descubrir e interiorizar múltiples posibilidades de utilización de la lengua. Es fundamental insistir de nuevo en que, además del lenguaje de la vida cotidiana, hay que darles, lo más pronto posible, acceso a la lengua del relato mediante canciones de cuna, nanas, estribillos y todas las formas de la literatura oral y escrita. La narrativa en sus diversas formas es el único instrumento que permite a los humanos descubrir las estructuras específicas de la lengua y la complejidad de su funcionamiento.

El balbuceo sería el camino universal y obligatorio de los humanos para poder tener acceso a la palabra, sin él, la palabra no podría emerger.

Los adultos hablan y los bebés balbucean. Ellos no imitan a los adultos, sino que crean algo a partir de lo que escuchan. Con frecuencia, es el adulto quien imita al bebé.

El balbuceo no es imitación del habla del entorno, es manifestación de la creatividad de la mente humana por medio del lenguaje.

Pensar en el que está ausente es una manera de hacerlo existir en la mente del que piensa, es convocar al otro para hacerse acompañar de manera simbólica.

La angustia compartida es más soportable que cuando se vive en soledad.

Los relatos orales y la lectura en voz alta antes de dormir son maneras de proporcionar filtros culturales que transforman las pesadillas en capacidad de soñar.

Los niños tienen la capacidad de invitar al adulto a instalarse en un acto de observación conjunta, a realizar actividades compartidas física y mentalmente, a jugar, a dialogar y construir co-pensamiento; es decir, elaborar puntos de referencia común que les permitan pensar en la misma dirección.

Los bebés son nidos de capacidades lingüísticas; son muy sensibles a la poesía, a la literatura y a la música, lo cual implica una gran responsabilidad de los adultos que les rodean.