Y cuando, finalmente, acabó por abrir del todo los ojos para mirarla, vio cómo, a través de la mirada de la mujer, lo contemplaba la estrella de la compasión. Y a través del fuego de su propio sufrimiento, conoció el sentido de todos los sufrimientos y la clemencia de la bondad. Le dirigió una débil sonrisa y dejó de sentir dolor.