La noche del 6 de septiembre, Francia invadió Alemania, al menos técnicamente. Con la esperanza de procurar cierto alivio a los polacos, el comandante jefe francés, el general Maurice Gamelin, ordenó un avance de 8 kilómetros por el Sarre a lo largo de un frente de 25 kilómetros, capturando una docena de aldeas alemanas abandonadas.