Robert McKee

La mano del maestro está en seleccionar tan sólo unos pocos momentos que nos transmitan toda una vida

reducir la cantidad de masa bulliciosa apresurada del relato de una vida a simplemente dos horas, más o menos, que de alguna manera expresen todo lo que se ha omitido.

Independientemente del lugar donde se realice una película –Hollywood, París, Hong Kong– si su calidad es arquetípica, producirá placer en una reacción en cadena, global y perpetua, que la llevará de sala en sala, generación tras generación.