La particularidad de la no-lectura del bibliotecario de Musil consiste en que su actitud no es pasiva, sino activa. Si muchas de las personas cultivadas son no-lectores y si, a la inversa, muchos no-lectores son personas cultivadas, es porque la no-lectura no coincide con la ausencia de lectura. Supone una verdadera actividad, consistente en organizarse en relación con la inmensidad de los libros, con el fin de no dejarse sumergir por ellos. A ese respecto, merece ser defendida e incluso enseñada