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Lola Robles

  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    En la obra de Atwood rara vez un personaje femenino queda reducido a un estado de victimismo y pasividad sino que, incluso en las situaciones adversas, disponen de agencia y una buena dosis de ingenio.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    Una vez acabada la novela, la incógnita sobre la verdadera naturaleza de la relación entre Penélope, las criadas, Odiseo y los pretendientes no se resuelve. Atwood se limita a dejar reflejadas ambas versiones para demostrar que no hay narradores imparciales y que unos mismos hechos pueden contemplarse y analizarse de varias formas. Al final, Penélope y las doce criadas rompe más de un silencio ancestral y deja al lector reflexionando sobre personajes que creía conocer y que, tras el proceso de desmitificación, alcanzan nuevas cotas de humanidad y profundidad.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    En definitiva, gracias a la maravillosa prosa de Atwood, podemos ser testigos de cómo los mitos, tan afianzados dentro de nuestra cultura, pueden aún ofrecernos nuevas lecturas relevantes para la sociedad de hoy en día y que, además, son una herramienta eficaz para construir una literatura feminista.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    la belleza de géneros como la ciencia ficción radica en que nos permite situarnos en los límites de lo posible en lo relativo a la experiencia de nuestra propia cultura, y ello nos permite contemplarla con perspectiva y pensarla con nuevos ojos (…) el autor y el lector se abocan a profundas cuestiones morales en torno a la igualdad, el sexismo o el racismo que pueden llegar a tener un impacto capaz de cambiar nuestro modo de vida. (Avery, 2013)
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    La princesa debe ser rescatada, es una verdad inamovible que milenios de ficción han grabado en nuestro ADN cultural, desde La Odisea o La Ilíada hasta nuestros días. Ahora, ¿la mujer que protagoniza su historia? Esa sí que es una Mary Sue.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    Las «Mary Sues» crecieron en los márgenes de una cultura popular que se negaba a darnos el protagonismo que siempre concedió a los hombres. Porque cuando no teníamos mujeres con las que identificarnos, nos las inventamos, y ahora que las superproducciones nos dejan ser protagonistas, el término Mary Sue pasa a calificar también a los personajes canon de esas ficciones.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    Por más vueltas que le he dado mientras escribía este artículo, sigo sin entender dónde está el problema en que un personaje sea creado para cumplir los sueños de su autora. Las mujeres necesitamos conquistar ese espacio, necesitamos poder crear nuestros personajes planos, malos personajes, autoinsertos… Exactamente igual que los hombres han hecho siempre. Necesitamos ese margen de la mediocridad, el poder escribir historias sin más objetivo que el de pasarlo bien y que nuestras lectoras se diviertan.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    De manera que poco tiene que ver el hecho de ser o no mujer en estas preferencias y preocupaciones que confesaba en su entrevista Angélica Gorodischer. El desapego a la tecnofilia o a la variante hard recorre el género entero en Hispanoamérica, porque allí la ciencia ficción se ha comportado más bien como un vehículo de reflexión humanista y se ha utilizado como una herramienta ideológica para analizar e incluso repercutir sobre la realidad circundante.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    Aunque no podamos decir que esta obra sea un texto feminista per se, en ella resulta evidente la dura crítica al patriarcado que hace su autora. Shua entiende perfectamente que el patriarcado no solo oprime a la mujer, no solo condena la homosexualidad y otras «desviaciones», sino que arremete y subyuga a los propios varones heterosexuales que no cumplen con los requerimientos y estándares de masculinidad que tal sistema enarbola. Es a través de su protagonista —un hombre lleno de complejos, de dependencias emocionales e inseguridades— que tales críticas se van a manifestar.
  • Ana Saenzhas quoted2 years ago
    La muerte como efecto secundario, sin paternalismos ni dulcificaciones, parece decirnos que en la lucha entre lo viejo y lo nuevo —entre un antiguo sistema que nos hace infelices y uno nuevo que provee otra clase de opresiones—, la esclavitud, la violencia, lo artificioso y falso, la familia y hasta la muerte serán apenas daños colaterales de una existencia vacía. Y en esto Ana María Shua no hace concesiones.
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