El tantra integra aspectos de la persona que no suelen utilizar otras formas de espiritualidad, como la imaginación, las energías sutiles, el cuerpo físico, los impulsos y los deseos. Para ello emplea un conjunto de prácticas esotéricas, rituales y símbolos mágicos (mantra, yantra, cakra, mudrā, nyāsa, maṇḍala) cuyo objetivo es la realización espiritual, pero también el logro de experiencias psicosomáticas y objetivos mundanos. En algunas corrientes se llegan a realizar prácticas que transgreden las normas sociales, como por ejemplo mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio, comer carne y pescado, tomar alcohol y drogas, etc. El enfoque tántrico reivindica el cuerpo como templo del alma y vehículo de la evolución, busca transformar los instintos animales en energía espiritual y crear un «cuerpo diamantino» fuerte y capaz de sostener el estado de samādhi.