Que las decisiones, percepciones y recuerdos se alojen en estos 1.400 centímetros cúbicos de materia gris y gelatinosa de nuestro cuerpo es algo que no deja de sorprendernos, como nos sorprendería igual si se nos dijera que tienen lugar en el hígado o, como se creyó en el antiguo Egipto, en el corazón.