Jorge Valls, que pasó veinte años en las cárceles de Fidel Castro, declaró: «Si no hubiese perdonado, hubiera acabado como mis perseguidores, lleno de odio. El perdón nos impidió convertirnos en animales rabiosos. El perdón nos puso por encima de la desgracia, del odio, del desprecio. Mi enemigo se convertía en mi hermano»[165].