Sus investigaciones la llevaron a explorar las cualidades dancísticas del
instrumento cinematográfico, por lo que, además de calificarla como muchos han hecho –entre otros, Jonas Mekas y Kenneth Anger– de “madre del cine de vanguardia americano”, podemos considerarla “madre” de lo que en aquel entonces el crítico John Martin denominó “Choreocinema” y que podemos traducir como
“Coreocine” –forma precursora de la Videodanza. La búsqueda de una “danza pura”
y de una colaboración fluida entre el cine y la danza, la llevó a Haití en varias ocasiones fuertemente atraída por los ritos de posesión.