Por consiguiente, la solución de Echeverría, una compañía paraestatal llamada Proquivemex, abrió sus puertas en 1975 con la ambiciosa misión de producir suficientes fármacos nacionales a partir de plantas medicinales mexicanas para competir con, y, en última instancia, remplazar a, los laboratorios transnacionales; pero además, y de manera novedosa, Proquivemex prometió representar y organizar a los campesinos mexicanos y educarlos en torno al tubérculo silvestre y, por extensión, a los rudimentos de la química.