Siddhartha sintió que la prisión en la que había estado confinado durante miles de vidas se desintegraba. La ignorancia había sido su carcelero oscureciendo su mente, como la luna y las estrellas por las nubes tormentosas. La mente, empañada por las olas incesantes de los pensamientos engañosos, había dividido la realidad en sujeto y objeto, uno mismo y los demás, existencia y no-existencia, nacimiento y muerte y, de dichas diferenciaciones, habían surgido las visiones erróneas —la prisión de las sensaciones, el ansia, el aferramiento y el devenir—. Los sufrimientos del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte no hacían más que engrosar los espesos muros de la prisión. La única solución era atrapar al carcelero —la ignorancia— y contemplar su verdadero rostro. El medio para eliminar la ignorancia era el Noble Camino Óctuple. Una vez eliminado el carcelero, la cárcel desaparecería para siempre jamás.