Si lo hacéis caerá una maldición sobre vosotros —dije, y en la repentina quietud fue como si otra voz hablara bajo la mía—. Si matáis con fuego, bajo el fuego pereceréis. Si nos quemáis por odio, vosotros arderéis. —Nadie respondió ni se movió—. Si hacéis esto, la sangre y las cenizas mancharán vuestra alma. Todo lo que toquéis se marchitará y fenecerá. Todos a los que toquéis enfermarán, enloquecerán o morirán.