Antes de que me dijera eso, yo sentía una dolorosa necesidad de explicarle, de hacerle ver realmente, y tal vez conseguir que comprendiera, que el deseo de tener una hija estaba relacionado con muchas otras cosas. Cosas que podría dar a una hija pero no a un hijo, compensando las insuficiencias, las ausencias, la indiferencia de mi madre; cosas especiales que tenía para dárselas a una niñita. También un pequeño par de tijeras. Pero ahora él acababa de reducir esa necesidad de explicarme a una enérgica determinación de impedir que supiera nada de todo eso, a toda costa.