Parece que se ha creído mi mentira, porque deja que me vaya. Mientras me levanto y tomo el bolso, me fijo en Matt. Parece preocupado. Me provoca una especie de pena incómoda.
Intento no pensar en eso cuando le pongo la mano a Charlie en el hombro y digo:
–Dile que lo ha hecho muy bien y que no se preocupe por Billie.
Antes de pensar demasiado en la razón por la que le he acariciado la barbilla a Charlie para despedirme, salgo del restaurante y llamo a un taxi.