la supervivencia de imaginarios míticos, supersticiones y leyendas que hacían referencia a un mundo aprehensible y representable, poblado de alegorías y mensajes cifrados, vinculados a contenidos trascendentes que desafiaban la imaginación y la racionalidad. Por otro lado, el monstruo pasa a encarnar también sentimientos y miedos vinculados a la experiencia de la modernidad: la soledad, la alienación, el caos, la pérdida de la identidad relacionada con el anonimato y la despersonalización de las grandes ciudades, los miedos de/a la multitud, a la máquina, a la desterritorialización, a la automatización de la vida, al control biopolítico.