El problema es que el que habitualmente la dirige es el más anormal del grupo, es decir, el más «bacán», el más superficial, el más rebelde, el que dice que no hay que preocuparse; o sea, el menos indicado, y que termina entregando una educación sexual llena de mitos y con consecuencias nefastas al promover la promiscuidad, la droga y el alcohol asociado con el sexo, ya que frente a un tema complejo plantea las respuestas más simplistas.