Entonces nos amargamos y pensamos que nunca lo encontraríamos y que seríamos músicos desgraciados y exitosos para siempre, rodeados de lujos y placeres que no nos compensarían, de amigos y amigas a los que despreciaríamos, y que ese desprecio y malestar nos haría músicos más queridos y deseados, y que sería así hasta la muerte. ¡Ah, ironía! Nunca hubiéramos buscado esta vida, y si la hubiéramos buscado, nos dijimos, nunca la hubiéramos encontrado, y ahora, en cambio, buscamos al poeta y no lo encontramos