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Daryl Gregory

  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    libro, grueso a pesar de que las páginas eran de papel cebolla, contenía veintidós años de la vida de Esther, contados por Russell Birch y luego, tras la muerte de Russell, por su hijo menor, Morgan, que por entonces era ya un hombre realmente viejo. Era lo más delicioso que hubiera leído jamás y eso que pensaba que no había nada mejor que Nancy Drew... Días después de la comunión, los pensamientos sobre Dios se habían desvanecido ya de su mente, pero cada vez que leía el Libro de Esther era como si volviera a arrastrarse a esa cueva
  • irene. 🌤️has quoted12 hours ago
    Alfonse había hecho saber que no era africano sino melungeon (con sangre holandesa e india, y algo de portuguesa, seguramente más caucásico que algunos de los hijos de la Confederación), pero eso a los blancos les traía sin cuidado: para ellos, la piel morena era tan negra como cualquier otra.
  • irene. 🌤️has quoted12 hours ago
    —No me verás derramar una lágrima. Motty era más mala que un escorpión
  • irene. 🌤️has quoted11 hours ago
    Porque la capilla no es una casa de muñecas, sino una casa de... No es un lugar para que los niños anden correteando
  • irene. 🌤️has quoted11 hours ago
    Primer volumen de una nueva revelación

    del Dios de la Montaña
  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    otro lado, una luz tenue iluminaba varias filas de bancos de iglesia, cuatro a cada lado de un pasillo central. Había ido a una iglesia una vez, con un profesor que se había apiadado de ella porque su papá se negaba a pisar una. Pero allí donde debería haber estado el altar, había una tarima ancha y vacía, con una especie de alfombra negra descentrada. La única ventana de la iglesia era una pequeña abertura cuadrada en lo alto de la pared posterior.
    ¿Dónde estaba la cruz? ¿No se suponía que tendría que haber una cruz?
  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    Encima de ella, un brillo como la luz de la luna en un plato de porcelana. Alargó la mano hacia ese resplandor, aunque no sabía a qué distancia se encontraba, y entonces se quedó paralizada.
    La superficie, pálida y lisa, formaba parte de algo muy grande. Apenas atisbaba a verlo y no era capaz de distinguir su forma, pero lo sentía. La presencia se cernió sobre ella, mirándola, escuchándola; cada aliento, un rugido
  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    Papá y ella nunca habían sabido qué hacer el uno con el otro. Él no sabía hablar con ella, y ella nunca había encontrado la forma de hacerlo salir de su caparazón. Papá se pasó una mano por la mandíbula
  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    La familia de tu mamá... —empezó a decir, pero entonces volvió la mirada hacia la casa y pareció cambiar de opinión. Su abuela estaba de pie en el porche, con los brazos en jarras, observándolos—. Motty cuidará bien de ti. Lleva muchísimo tiempo esperándote
  • Dianela Villicaña Denahas quotedlast year
    Más tarde, siempre que pensaba en aquel día, lo que más la estremecía no era la criatura de la cueva. Debería haberle dado un susto de muerte, desde luego que sí, y el hecho de que no lo hiciera le producía una extrañeza sobre la que estaría reflexionando durante años. Lo que sí le dio escalofríos, en cambio, fue la frialdad de su padre. Aunque seguía de pie frente a ella, hacía ya tiempo que su papá se había ido
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