Inés kreplak

¿De quién?
Un gesto de amor es llegar a tu casa
dejar que me veas así
deshilvanada
como saco de arena
y pedirte que hagas eso
que vos tan bien hacés:
mostrarme por cinco minutos que todavía sigo viva

El dolor nos da todo lo que necesitamos
nos da las llaves del reino de los muertos,
nos empuja por la puerta cuando aún dudamos.
“El dolor” Edith Södergran

Pero no tengo nada, salvo las palabras
que despliego con torpeza
sobre cientos de hojas, de caras,
de mensajes, de pensamientos.
Es la forma que encontré
para tener algún rol
en este sistema familiar.

Cómo nos llevaríamos ahora
que ya entiendo de contradicciones
y de impulsos desaforados
Ahora que me volví inmadura
y me resisto a envejecer

Mamá eligió morir
a destiempo
para enseñarnos
a crear mundos de refugio
cuando afuera todo brilla
a ser empáticos con el dolor
ajeno cuando aún reímos

Pero mi alma salta, se eleva
da vueltas en el aire, rebota
pica y sube. Tarda en descender.
En esos instantes somos la música

yo
haciendo de cuenta que la vida es así
que no hay que llegar a ningún lado

Vení
que acá
hay espacio
para vos.
Entrá en mi mundo
porque tan lindo como
sacarme las zapatillas antes
de cerrar la puerta
de casa
al llegar
es querer
mostrarte
que soy esto que soy.

Nos reíamos de los mismos chistes
habíamos inventado un código
Vos te llenabas con mi falta
yo con tu abundancia o al revés
Todo permanecía en equilibrio
Hicimos de nuestro hogar un planeta indestructible

y no previmos que aunque el corazón
joven resista los excesos,
cualquier tela, por más Alcoyana que sea,
siempre se termina por percudir.