“Cuando Enrique de Navarra pasó dos días en el castillo de Montaigne, quiso dar a su anfitrión una prueba de confianza, y se negó a que los manjares fueran ‘ensayados’ en la mesa. Justo Lipsio, amigo y corresponsal de Montaigne, piensa que ensayo corresponde con exactitud a la palabra latina gustus, esto es, la prueba que el gentilhombre de cámara hace a la vista
del rey para demostrar la inocuidad de los alimentos que van a servirse”. (Juan José Arreola, “Prólogo” a Ensayos escogidos, de Michel de Montaigne.)