contrariamente a casi todos los documentales que se emiten por televisión, el verdadero espectáculo del Serengeti no es un guepardo o un león persiguiendo a una gacela, sino un ñu comiendo hierba, puesto que esa actividad banal, multiplicada por un millón o más, desencadena una cascada de interacciones en la sabana que lleva a que haya más depredadores, más árboles, más jirafas y también más ejemplares de otras especies.