La gente –bah, la gente, solía decir, es un decir: los garcas esos que usan coche– dice que anda en auto porque es más cómodo para ir a tal o a cual, porque no tienen tiempo que perder porque trabajan mucho, porque tienen que llevar mucha mercadería, por pavadas; nadie te dice la verdad: nadie te dice que va en coche porque quiere que lo miren, que los demás digan ah ése anda en coche, se ve que le va bien en la vida. El coche es una joya disfrazada de herramienta. Pero si no fuera una joya, nadie le haría chapa y pintura; ¿a quién le importa que un martillo tenga el mango manchado? ¿Quién se calienta si se le corta el cable del taladro y tiene que alargarlo con uno de otro color? Mientras martille, decía, mientras taladre, a nadie le importa; al coche, si fuera una herramienta, nadie le arreglaría los bollos, la pintura. Pero vienen, en cuanto tienen una arruguita que ni se ve aparecen, Oscar, este arreglo cuánto me va a costar, para cuándo me lo va a poder tener: vienen y tienen que hocicar, acá nadie se puede hacer el tonto, acá son lo que son, nada de mentiras, acá tienen que desnudarse y apechugar con lo que son. Acá vienen, se humillan, te tienen que decir afuera miento pero con vos no puedo. Por eso a mí me gusta hacer chapa y pintura, decía –y que por eso la había elegido–: yo soy como esa boca de piedra, decía, que decía mi abuelo que había en Roma, en una iglesia, que los giles tenían que ir y meter la mano adentro y decir alguna cosa y si era mentira los mordía. Yo soy la Bocca, decía: hago chapa y pintura.