«El material que le entregué al profesor McKinzie era muy polémico, casi tabú en los círculos estadounidenses, porque en él yo acusaba a los sionistas de recurrir a la presión, incluso al engaño, para que Estados Unidos participara en una política de apoyo al ambicioso Estado judío sionista, teocrático y basado en la exclusión étnica. Tanto yo como los compañeros del Departamento de Estado que creíamos que esto era contrario a los intereses de Estados Unidos, fuimos desautorizados por el presidente Truman».[340]