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¿Te guardas tus pensamientos, asumiendo que no tienes nada importante que compartir?
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Si no estás completamente seguro de poder hacer algo, piensas: “¿Para qué me molesto en intentarlo?”.
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¿Evitas hablar con la gente porque te preocupa parecer extraño o no tener nada que decir?
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¿Con frecuencia te cuestionas a ti mismo?
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¿Te disculpas en exceso, incluso cuando no has hecho nada malo?
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¿Te reprimes a la hora de asumir riesgos por miedo a fracasar?
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Cuando crees que no has actuado bien, ¿pasas mucho tiempo después reflexionando sobre tus errores?
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¿Te rindes con facilidad?
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¿Tu voz interior te dice: “No soy suficientemente bueno” o “No puedo hacerlo”?
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¿Evitas perseguir algunos de tus objetivos y sueños por miedo y dudas sobre ti mismo?