Es un momento extraño. Mágico para el ciclismo. Tragedia pura en sus oponentes. Los que fueron, los que serán. Gimondi queda destrozado para años, Jiménez enfila la retirada. ¿Los franceses? Juguetes para un crío glotón. ¿Transalpinos? No me hagan reír. Es el comienzo de la mayor tiranía que jamás conociera deporte alguno. Es, simplemente, Eddy Merckx.