Mi padre es una montaña de Oriente. Ahora, sus nietos crecen a sus faldas como árboles saludables. A mi padre le gusta la voz de Marvin Gaye. Mi padre hoy es el abuelo que yo nunca tuve. Su cabello ha empezado a encanecer como si de pronto nevara en la cima del Monte Fuji. Su ladrido marino se ha atenuado con el humo del cigarrillo que frecuenta con devoción desmedida. Yo también fumo, por cierto, pequeñas, pequeñísimas fumarolas comparadas con la lluvia de fuego que exhala mi padre.