¿Qué tanto afectará el futuro tu decisión? ¿Qué causará tu decisión aparte de un cambio en tus problemas inmediatos? ¿Qué problemas surgirán? ¿Se cumplirá el propósito de tu decisión?
¿Cuál crees que será el resultado? Piensa más allá de la simple resolución del problema más inmediato: si optas por un procedimiento en específico, ¿qué efecto tendrá en caso de que funcione o fracase? ¿Qué te parecen dichos resultados? ¿Cómo sería un éxito o un fracaso a medias? Esto nos lleva de forma natural a la siguiente pregunta.
¿Cuáles son las probabilidades de que tengas éxito o razón? Desde el punto de vista más objetivo posible, ¿cuál es la probabilidad de que tu evaluación sea precisa? ¿Es realista tu predicción o se inclina un poco más hacia la fantasía o paranoia? Cada decisión está asociada a un índice de costo-beneficio. ¿Estás llamando al fracaso en mayor o menor grado?