La vida no es como es, sino como tú crees que es. Si crees que un ente superior o que la fortuna te han castigado por algo que has hecho, estarás condenado a sufrir el resto de tu vida por partida doble. En primer lugar, por el sufrimiento de una herida que tienes que gestionar, limpiar y cerrar, y, en segundo lugar, por el sufrimiento de la culpa y el castigo autoinfligido sin razón.