No descansaremos hasta que no estemos incorporados, hasta que no estemos en plena armonía con estas tres actitudes fundamentales del Señor:
1) En su relación con el Padre, Jesús es, por excelencia, el Hijo de Dios unigénito y encarnado.
2) Él considera y trata a su Madre Santísima como su permanente Compañera y Colaboradora ministerial en toda la obra redentora.