—Entonces mete la marcha, Layla. Te quiero.
Son dos palabras cargadas de mucho sentido. Porque lo que quiere decirle con ellas es: Lo siento. Siento haber estado ocupada y siento tener que entrar y tal vez no volver a verte; no te digo lo orgullosa que estoy de ti tan a menudo como debería, aunque hagas gilipolleces, porque las haces por buenas razones y eso es raro y demuestra valor; vas a crecer y a convertirte en una buena mujer, no cometerás los mismos estúpidos errores que yo, cometerás los tuyos, pero con suerte solo para ponerte en el buen camino; el mundo es mucho más fantástico y rico porque existes tú, cariño.